jueves, 8 de noviembre de 2007

El ladrillo

Se encontró un ladrillo en el frigorífico. Así, sin más: un ladrillo de color ladrillo, sin restos de cemento, con sus boquetitos esperando ser rellenados de ídem, astillado en una esquina, colocado entre los yogures y el jamón york. Sólo iba a por un vaso de leche, pero la cosa se ponía interesante. Estaba en casa de su novio y hasta ahora no había encontrado nada raro, ni sucio, ni una mota de polvo. Bueno, ahora tampoco había encontrado polvo, pero desde luego lo del ladrillo era mucho mejor.
La primera vez que estuvo en la casa se le pasó por la cabeza que estaba ante la típica Limpieza de Visita; esa pulcritud que sólo se encuentra en los hogares cuando se sabe que alguien va a venir y se quiere dar buena impresión. Pero las siguientes ocasiones en las que entró, la Pulcritud seguía allí como un habitante más, de forma que seguro que también aparecía en el censo, empadronada en aquel piso. Todo tan limpio que cuando salía a la calle, de repente le daba miedo pillar garrapatas.
Y ahora el ladrillo. Desde luego, no era lo que esperaba. Habría sido más lógico encontrar allí el limpiacristales, quizás. Pero no. No lo dudó un instante y, conteniendo la risa que se gestaba en sus labios, gritó:
-Churri, ¿por qué hay un ladrillo en la nevera?
Churri llegó a la cocina con una expresión de asombro en el rostro. La miraba con los ojos muy abiertos y, cuando ella pensó que iba a alucinar por lo del ladrillo, su novio le preguntó:
-¿Acaso tú no tienes un ladrillo en el frigorífico?
<<¿Cómo?>>, pensó ella. Por un momento se preguntó también qué clase de novio se había echado.
-¿Por qué razón iba a tenerlo? -contestó ella al modo periodista.
-No sé -adujo él-, todo el mundo tiene un ladrillo en el frigorífico. Es lo normal. Nunca me había planteado que no se pudiera tener uno. Es el ladrillo del frigo. Supongo que es algo necesario.
“Algo necesario”. Algo necesario, supo ella entonces, era salir de allí corriendo. Su churri se había vuelto majara. O eso, o su familia lo estaba, pero en cualquier caso tenía que poner distancia con ese ladrillo, al menos hasta que se le olvidara. No iba a dejar a su novio por eso, pero necesitaba un tiempo para asimilarlo.
Cogió el coche y se fue a casa. Durante el trayecto no pudo evitar rebuscar en su memoria para recordar si en su propia casa había algo parecido a un ladrillo en el frigorífico. Quería con todas sus fuerzas que su novio fuera normal, así que estaba dispuesta a investigar por algunas casas en busca de ladrillos refrigerados. Puede que fuera algo común y no hubiera de qué preocuparse.
Al llegar a casa abrió la nevera pero no encontró nada raro allí. Huevos, leche, lechuga; lo normal. Al día siguiente iría a visitar al vecino con cualquier excusa, y buscaría ladrillos en su frigorífico.

Estaba cansada. Iba a acostarse e intentar no pensar en las rarezas de su churri. Pero antes, una ducha... Sí, eso le vendría bien. Se desnudó, se arrugó el pelo en un moño, se puso el gorrito para no mojárselo y se colocó debajo del agradable chorro de agua, no sin antes sacar la tostadora de la bañera y colocarla en un banquito. No quería ni pensar lo que pasaría si algún día, a alguien, antes de ducharse, se le olvidara tal pequeñez y se electrocutara, por culpa del agua, con la tostadora de la bañera. Sería una desgracia.

6 comentarios:

Toshiyano dijo...

Jajaja. Muy buena, como siempre.

No me doy por aludido porque por suerte, siempre he quitado el ladrillo del frigorífico cuando has venido, pero ¿cómo lo has averiguado? :p

Lo cierto es que sí, que cada uno tiene sus costumbres "normales" que a ojos de los demás son "rarezas" de locura, y somos incapaces de ver lo raritos que podemos ser nosotros mismos...

Un besito :)

Griseo Mitran dijo...

Mmmmm Ladrillos... El precio del ladrillo esta muy caro así que supongo que se suele guardar en la nevera para ver si algún día se congela el precio. jajaja...

Muy original el relato, escribes bien. Así que te digo lo mismo que a mi hermana: sigue escribiendo, no lo dejes. :P

Saludos.

Ada dijo...

Jajaja muy bueno el chiste Sergio, aunque me temo que no funcionará, porque por mucho que metamos la compra en la nevera, parece ser que el IPC* no se congela...

Gracias por el piropo ;) Intentaré seguir escribiendo mientras el portátil conserve las teclas.

Saludos.

*(Me refiero al Índice de Precios de Consumo, no a las Instrucciones Por Ciclo, que os veo venir... :P)

Israelem dijo...

La verdad es que todos tenemos rarezas normales que forman parte de nosotros y que sin ellas, no seríamos nosotros mismos.

Buena puntualización de IPC, ahora solo te falta decirme qué significa TAE :p

Un saludo

Mariscal dijo...

hablando de rarezas... acabo de ver en la resi a un chico tomarse cereales con leche y por encima lonchas de queso.... como diría nuestro mítico Jesulín IM PRESIONANTE...


P.D. ahora no me digáis que eso es normal.... jajajaj

Ada dijo...

Lo de las lonchas de queso encima de los cereales es ciertamente raro...

Pero bueno, peores cosas he visto. Desde las sardinas con mermelada hasta las fresas en vinagre (que, según le han dicho a Christian, están bastante buenas...).

Por supuesto, Isra, TAE significa Tiempo de Acceso Efectivo y no Tasa Anual Efectiva, como dirían algunos ;)