Se despertó despacio y con toda una antología de dolores que se hundían en su cuerpo. Lo sostenía una cama de sábanas blancas y lo alimentaba un tubo transparente incrustado en su muñeca. Recordaba el accidente.
El médico entró en la habitación y lo miró con la expresión de quien había ya perdido toda esperanza. Le dijo:
-No esperábamos que despertaras tan pronto.
El hombre que yacía en la cama quiso decir algo, pero el médico se le adelantó:
-¿Recuerdas algo de lo que pasó?
-Sí -dijo el hombre, escupió el hombre, con tanta vehemencia que el sí se solapó con la tos y tuvieron que venir las enfermeras-. Sí, pero dígame, ¿dónde estoy?
-Está en el hospital universitario.
-¿Cómo? No, no... -contestó el enfermo-. Usted no me ha entendido. Yo he hecho un viaje. ¿En qué planeta estoy?
El médico tomaba notas de médico en un bloc de periodista. Probablemente estaba apuntando algo relacionado con psiquiatras.
-Verá -contestó el doctor-, ¿en qué planeta piensa que está? O mejor, ¿de dónde se supone que viene usted?
El hombre lo miró con intensidad. Parecía que un peso enorme aplastaba su alma, por un momento incluso el médico creyó que venía de otro lugar, de un planeta donde la gente fuera tan infeliz y triste como aquel enfermo fracturado, quien comenzó a relatar:
-Quise escapar de aquel lugar. Me monté en una nave y me lancé en busca de otros lugares en los que vivir, con la esperanza de encontrar la felicidad. Cuando aterricé aquí, no pude controlar la nave...
"Mi planeta se está haciendo añicos. Son todo dualidades absurdas: la raza está dividida en dos géneros, y a su vez el mundo en dos mitades. Nadie sabe a ciencia cierta por qué, pero a cada género, a cada mitad, se le trata de manera diferente."
"Toda nuestra existencia gira en torno a unos rectángulos de papel. La gente mata por conseguirlos, y quien no los tiene no tiene derecho a nada: carecen de hogar, de alimento, de dignidad."
"A todas horas el sistema nos impone cómo actuar. Nos dicen qué comer, qué vestir, qué ropajes llevar. Si decides no hacer caso de lo que impone la norma, generalmente eres marginado."
"Nos movemos en naves rapidísimas y asesinas que están minando el ecosistema, y no hacemos nada por evitarlo."
"Pensamos que por algunas cosas es lícito matar."
"Dígame, doctor, que he llegado a un planeta distinto."
Pero el doctor sólo le hizo dos preguntas de rutina:
-¿Cómo se llama usted?
-Me llamo Juan -dijo el presunto alienígena.
-¿Y de dónde es?
-Del planeta Tierra.
La esposa esperaba impaciente en el pasillo. Las lágrimas se le habían acabado y la única expresión de su rostro, tras tres semanas de incertidumbre, era la que le proporcionaba el rímel reseco de sus ojos.
El doctor salió de la habitación con cara de circunstancias.
-Juan ha despertado y está consciente -dijo-. Sin embargo sufre un extraño síndrome: cree que es un alienígena. Puede que ya arrastrara alguna enfermedad mental, de hecho estamos ante un intento de suicidio. Y pocos lo intentan estrellando su coche...
La cara de la mujer no varió mucho. No le quedaban fuerzas. Simplemente se levantó y comenzó a caminar hacia la habitación.
-Señora -dijo el médico-. Sígale la corriente. Que no se de cuenta de que sigue en la Tierra: creo que eso le mataría.
La mujer dejó escapar una lágrima.
-Siempre decía que este mundo estaba enfermo.
El médico entró en la habitación y lo miró con la expresión de quien había ya perdido toda esperanza. Le dijo:
-No esperábamos que despertaras tan pronto.
El hombre que yacía en la cama quiso decir algo, pero el médico se le adelantó:
-¿Recuerdas algo de lo que pasó?
-Sí -dijo el hombre, escupió el hombre, con tanta vehemencia que el sí se solapó con la tos y tuvieron que venir las enfermeras-. Sí, pero dígame, ¿dónde estoy?
-Está en el hospital universitario.
-¿Cómo? No, no... -contestó el enfermo-. Usted no me ha entendido. Yo he hecho un viaje. ¿En qué planeta estoy?
El médico tomaba notas de médico en un bloc de periodista. Probablemente estaba apuntando algo relacionado con psiquiatras.
-Verá -contestó el doctor-, ¿en qué planeta piensa que está? O mejor, ¿de dónde se supone que viene usted?
El hombre lo miró con intensidad. Parecía que un peso enorme aplastaba su alma, por un momento incluso el médico creyó que venía de otro lugar, de un planeta donde la gente fuera tan infeliz y triste como aquel enfermo fracturado, quien comenzó a relatar:
-Quise escapar de aquel lugar. Me monté en una nave y me lancé en busca de otros lugares en los que vivir, con la esperanza de encontrar la felicidad. Cuando aterricé aquí, no pude controlar la nave...
"Mi planeta se está haciendo añicos. Son todo dualidades absurdas: la raza está dividida en dos géneros, y a su vez el mundo en dos mitades. Nadie sabe a ciencia cierta por qué, pero a cada género, a cada mitad, se le trata de manera diferente."
"Toda nuestra existencia gira en torno a unos rectángulos de papel. La gente mata por conseguirlos, y quien no los tiene no tiene derecho a nada: carecen de hogar, de alimento, de dignidad."
"A todas horas el sistema nos impone cómo actuar. Nos dicen qué comer, qué vestir, qué ropajes llevar. Si decides no hacer caso de lo que impone la norma, generalmente eres marginado."
"Nos movemos en naves rapidísimas y asesinas que están minando el ecosistema, y no hacemos nada por evitarlo."
"Pensamos que por algunas cosas es lícito matar."
"Dígame, doctor, que he llegado a un planeta distinto."
Pero el doctor sólo le hizo dos preguntas de rutina:
-¿Cómo se llama usted?
-Me llamo Juan -dijo el presunto alienígena.
-¿Y de dónde es?
-Del planeta Tierra.
La esposa esperaba impaciente en el pasillo. Las lágrimas se le habían acabado y la única expresión de su rostro, tras tres semanas de incertidumbre, era la que le proporcionaba el rímel reseco de sus ojos.
El doctor salió de la habitación con cara de circunstancias.
-Juan ha despertado y está consciente -dijo-. Sin embargo sufre un extraño síndrome: cree que es un alienígena. Puede que ya arrastrara alguna enfermedad mental, de hecho estamos ante un intento de suicidio. Y pocos lo intentan estrellando su coche...
La cara de la mujer no varió mucho. No le quedaban fuerzas. Simplemente se levantó y comenzó a caminar hacia la habitación.
-Señora -dijo el médico-. Sígale la corriente. Que no se de cuenta de que sigue en la Tierra: creo que eso le mataría.
La mujer dejó escapar una lágrima.
-Siempre decía que este mundo estaba enfermo.
2 comentarios:
No sé por donde empezar a piropearte, Ada...
Me limitaré, para no excederme en demasía, a exclamar:
¡Olé!
Un besito y sigue así ;)
Muy buena entrada como siempre. Sigue así, como dice Toshi
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